Foto por Jozsef Hocza on Unsplash
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¿Han plagiado o pirateado tus obras, creaciones, inventos, productos o contenidos digitales? 

¿Te han pedido que destruyas productos que comercializas, o no, por infracciones a la propiedad intelectual o industrial?

Ambas cuestiones son dos caras de la misma moneda en la dinámica del comercio global.

Cualquier persona o negocio puede resultar afectado en el momento menos pensado.

En el afán de conseguir clientes o socios, suele ocurrir que los emprendedores o creadores no tomen medidas para salvaguardar esa información que habla de sus ideas o que contiene sus creaciones.

Pasado un tiempo, se dan cuenta que han sido copiadas y otros las han utilizado para lucrarse.

Ante la atónita mirada de sus titulares o autores, muchas veces es poco lo que puede hacer una autoridad si no se cuenta con alguna evidencia de registro de propiedad intelectual o industrial.

El debate probatorio se tornará más complejo y costoso para reivindicar o defenderse.

A simple vista no es buen negocio reproducir, distribuir  y lucrarse con productos o servicios que no hemos creado, ni hemos sido autorizados para comercializar. 

De hecho, puede llegar a constituir una infracción de competencia desleal o un delito contra la propiedad intelectual o industrial.

El acceso ilegal a contenidos digitales si bien ha disminuido en un 17% desde el 2015 y evidencia una mayor concienciación del consumidor, sigue afectando a la industria cultural y de entretenimiento en 2.437,00 millones de euros. (1)

Alguna vez hemos visto ofertas de mercancías que reproducen una imagen en empaques de apariencia muy similar al de un producto cuya marca es muy reconocida y goza de muy buena reputación.

Tan parecida, casi igualita… que es capaz confundir a los compradores al momento de la compra. 

Desde un punto de vista, ese parasitismo es una señal de que la marca de ese producto o servicio está muy bien posicionada o que gusta en el mercado. 

Si no fuera así, para un “pirata” no sería atractivo copiar algo que la gente no está comprando.

Por otra parte, no hacer nada para quitarte ese parásito de encima, también trae consecuencias. 

Creadores, inventores e inversores pierden cuota de mercado, afectando su rentabilidad; así como la oportunidad de crecer y generar empleo de calidad en su sector.

Los compradores pierden recursos más temprano que tarde porque lo barato, casi siempre, sale caro. 

La buena noticia. Y sí que la hay.

Es que los titulares de los derechos de propiedad intelectual, sean estas, patentes, modelos de utilidad, diseños, marca registrada o derechos de autor, cuentan con acciones legales para proteger y exigir indemnizaciones.

Si es así, puedes respirar profundo y acudir a tu despacho jurídico de confianza. 

Las vías de derecho te ayudarán a que los Tribunales declaren la infracción a tu favor. 

La contraparte vencida, no tendrá otra que pagar por vulnerar tu derecho de marca, patente o derechos de autor. Además de obligar a retirarlos del mercado, o retenerlos en la aduana.

Otras medidas pasan por la destrucción o cesión con fines humanitarios, si fuera posible, a elección del titular del derecho infringido y a costa del condenado, de los productos ilícitamente identificados con la marca que están en posesión del infractor.

Un ejemplo de ello, le pasó a la empresa EVACOL en Colombia.

En 2019, cuando la Superintendencia de Industria y Comercio le ordenó retirar de sus establecimientos comerciales todos los modelos de una referencia de calzado “tipo zueco”, por infringir derechos de propiedad industrial de la marca CROCS y pagar la cuantiosa suma de 74 millones COP por perjuicios.

No es el fin del mundo; pero mínimo hace doler la cabeza.

Foto por Aarón Blanco Tejedor on UnsplashFoto por Aarón Blanco Tejedor on Unsplash

Ahora, que si lo que te pasa es otra cosa.

Como que de repente frunces el ceño y se te brota la vena en la sien, es probable que has sufrido un asalto de tu vocecita interior:¡oh! ¿Y ahora, quién podrá defenderme?

No. No me refiero a este tipo de exclamación invocando la ayuda de algún superhéroe.

Lo que sucede es que te das cuenta de algo que aún no has hecho. 

No tienes los derechos de propiedad intelectual o industrial sobre esas creaciones tuyas que otros están usando o comercializando sin tu consentimiento.

Si es así, tampoco es el fin del mundo. Siempre podemos elegir aprender de nuestros errores y buscar soluciones en lugar de quedarnos atrapados en el problema.

Dependiendo del objeto creado, su naturaleza y finalidad, y claro, la viabilidad legal, puede valorarse la mejor forma de protección como propiedad intelectual.

En el caso de las marcas, hablamos de propiedad industrial, no de derechos de autor. 

La probabilidad de reclamar y adelantar acciones legales, sin registro de propiedad, hará la tarea difícil. Que no imposible.

No es poco común encontrar disputas resueltas ante tribunales, en las que el costo de reclamar la exclusividad de un derecho es tan alto, que pareciera peor el remedio que la enfermedad.

También es cierto que una marca registrada no es suficiente y no te libra de riesgos de infracción a la propiedad intelectual, si usas creaciones de terceros, ya sean personas individuales o colectivos.

Aunque logres salir a salvo en un pleito judicial, hay situaciones que pueden afectar el valor de tu marca en términos de reputación ( Good will).

Una referencia a los casos de LEVIS y Carolina Herrera por presunto plagio de diseños de comunidades indígenas de México, podría darnos idea de que también le puede pasar a marcas consolidadas.

Sin duda, supone un desafío para las marcas lidiar con consumidores cada vez más selectivos e identificados con los valores del comercio justo.

Por eso digo, que cuanto más pronto tengas registrada la marca de tu producto o servicio y cuides tu actividad de propiedad intelectual, menos sobrecostos tendrás a futuro.

Gestionar las diversas situaciones que puedan afectar una marca, es otro tema interesante que surge posterior a su uso y/o registro.

De hecho, una marca puede entrar en crisis y su gestión requiere mayor amplitud de miras y un potente mix de habilidades duras y blandas. 

Igual que la actividad física es una inversión en la salud de tu cuerpo y mente, la actividad de propiedad intelectual e industrial es una inversión en la salud de tu negocio.

Le dará mayor protección a tus activos y tendrás mejores ventajas competitivas.

Pensar en cultivar una marca sólida, sin cuidar de la calidad del producto o servicio, es narcisismo comercial puro y duro.

Tarde o temprano pierde en relaciones y atributos: clientes, proveedores, socios, ingresos, patrimonio y confiabilidad.

La calidad involucra aspectos relacionados con los procesos de producción, control de riesgos, mediciones, cultura organizacional, ética y relación con el cliente.

Los instrumentos legales de la propiedad intelectual y la propiedad industrial son idóneos para que tengas derechos exclusivos sobre tus creaciones, entre ellas tu marca.

Poder transformar ese fruto de tu intelecto o ingenio en un activo patrimonial, es un beneficio derivado de la propiedad intelectual.

Que llegue a tener un valor importante en el balance económico de tu negocio y para tu público, dependerá de otros factores, entre ellos, la originalidad, la calidad y la percepción.

Para ayudar a que sea memorable esa marca registrada, hace falta procurar también interacciones de calidad con tu audiencia, público objetivo o target.

Interacciones acordes con tus valores, esencia y tono, que cultiven un mayor valor percibido por tu público frente a tu marca.

Comprender que la actividad de propiedad intelectual es un asunto relevante para tu negocio y al alcance de tus posibilidades, es una cuestión de consciencia y estrategía. 

El propósito con OLACOPI es que puedas encontrar estos recursos estratégicos y orientativos con una tríada de servicios personalizados y adaptables a tu negocio.

Notas al pie:

  1. Datos del Observatorio de pirateria y hábitos de consumo de contenidos digitales de 2019, difundido por la Coalición de creadores e industrias de contenido en España. 

Sandra de ©OLACOPI.